sábado, 20 de julio de 2013

EL INVIERNO DE FRANKIE MACHINE


El invierno de Frankie Machine, de Don Winslow es una novela atípica de género policial. La mayoría de las obras de este género narrativo están basadas en la búsqueda por parte de un investigador del culpable de un asesinato. Por el contrario, esta novela se centra en la figura del asesino, Frank Machianno, una máquina de matar que por su letal efectividad se gana el sobrenombre de “Machine”.
Frank no es un bueno típico, de hecho, ni siquiera es bueno. Tiene cierto sentido de la justicia y honor lo que contrasta con el ambiente turbio, salvaje y deshonesto en el que se mueve. A lo largo de la narración Winslow nos muestra cómo es la mafia real, no esa  mafia con cierto glamour que se entrevé en las páginas de El Padrino. Solamente ya por eso el libro merece leerse. Aquí los mafiosos son tipos tan brutales como sórdidos, capaces de matar por casi nada y sin ningún código de honor.  
         El protagonista del libro es Frankie Machine, un jubilado aficionado a la opera y amante de la cocina. Su vida apacible se ve trastornada cuando el hijo de un capo le pide que haga de intermediario en un negocio. Frank, apreciado por su cordialidad y honestidad, acepta el encargo que le traerá terribles consecuencias. Tras ese trabajo, en un principio simple, se oculta otra cosa que no es más que un plan para eliminarlo. Convertido en un prófugo y perseguido por la policía y la mafia debe hacerse una pregunta: ¿quién quiere matarme y por qué motivo?
Mientras seguimos la fuga de sus perseguidores, Frank rememora su vida. El pasado y su triste presente se van alternando en la narración. Así descubrimos cómo un joven surfista de origen italiano acaba formando parte de la mafia y convertido en un asesino letal. En el transcurso de su experiencia vital vemos una galería de vidas marcadas por la brutalidad, la codicia, la traición y la violencia.  Winslow parece bien informado sobre el mundo de la mafia y nos describe una estructura de poder siniestra y eficiente que no duda en sobornar y pactar con el poder político. La mafia de la costa oeste es un tanto desconocida y así nos enteramos que en gran parte es subsidiaria de los grandes centros urbanos de la costa Este. Caso aparte es las Vegas que, como no, merece especialmente la atención de Frank.

El estilo es duro, depurado y ágil como la novela misma. No hay florituras ni búsqueda de un estilismo prodigioso. La forma de narrar es tan certera y eficaz como uno  de los trabajos de Frankie Machine, espero que los lectores sepan agradecer el trabajo de ese gran profesional que es Don Winslow.

miércoles, 26 de junio de 2013

LAS TRES HERIDAS




         Para nuestra desgracia parece que el tipo de novela que hay que escribir sobre la guerra civil lo estableció Jaime de Andrade (seudónimo de Francisco Franco) con su obra Raza. Desde entonces han florecido docenas, centenares, por no decir millares de novelas sobre la guerra civil que representan la guerra como un combate demoledor entre unos buenos buenísimos y unos malos malísimos. Los buenos y los malos han cambiado en el transcurso del tiempo, pero la mecánica es la misma. Los autores bien por convicción, bien por ponerse a favor de la corriente política imperante (y los beneficios que eso puede conllevar), dedican sus páginas a ensalzar a los heroicos defensores de la Causa (con mayúsculas). Basta leer Los girasoles ciegos, un éxito reciente de gran predicamento que incluye adaptación al cine, para comprobar como uno puede escribir de manera magistral y a la vez ser víctima de un maniqueísmo sorprendentemente burdo.
         Eso no sucede en esta novela de Paloma Sánchez-Garnica. Desde el primer momento tenemos la sensación de que la historia narrada es algo que tiene el color gris y el sabor amargo de la realidad. En la novela no abundan los personajes idealistas, entregados, o los héroes. Los protagonistas son gente normal, de diferentes ambientes sociales e ideologías, pero todos ellos parecen tener el nexo común de ser víctimas de la historia más que heroicos defensores de causas tan santas como improbables.
Como tengo la fortuna de compartir una cena con Paloma tras ser su presentador en los actos de la feria del libro puedo enterarme de la intrahistoria que hay tras la novela. En parte se relatan las vivencias de su suegro, un labrador de Móstoles al que la república consideraba desafecto y fue destinado a un batallón de trabajos forzados en la sierra madrileña. A estas vivencias familiares se une una trama de ficción.
Ernesto Santamaría, aspirante a escritor (y alter ego de Paloma), encuentra la foto de una pareja en el Rastro y decide investigar las personas y el pasado que se oculta tras ese retrato. Ese pasado se centra en la historia de dos parejas, una de clase media acomodada de Madrid y otra de labradores de Móstoles, ambas se ven sumergidas en la vorágine de la guerra civil. Pero en realidad, el tema es otro, es el de las vidas que llevaban una dirección antes del 18 de julio y que tras el estallido de la guerra tomaron otro, a menudo trágico. Paloma hace hincapié en cómo la guerra dejo un reguero de vidas destrozadas, sin ir más lejos la del mismo Miguel Hernández, uno de cuyos versos da el título a la obra.
La novela trata de ser ecuánime y me recuerda lo mejor de Arturo Barea o Manuel Chaves Nogales, defensores de la causa republicana y a la vez aterrados testigos de los crímenes y abusos que se cometían en la zona republicana. Tal vez estoy estoy haciendo demasiado hincapié en el aspecto político de la novela cuando en realidad, la novela es básicamente otra cosa: una historia de personas y sentimientos, cuando afirmo esto no quiero decir que sea sentimental o, peor aún, “sentimentaloide”. Todo lo contrario, la obra se centra en desgranar las complejidades, miserias y grandezas del alma humana en una situación límite, como fue la guerra civil. Las tres heridas me parece una lectura muy recomendable, especialmente a los que gusten de las novelas de corte clásico, casi galdosiano. Además es una novela amena y de fácil lectura.

Por la habilidad narrativa se nota que Paloma no es una recién llegada al mundo de la literatura. Público su primera obra El gran arcano en 2006, a la que han seguido La brisa de oriente y El alma de las piedras, su mayor éxito hasta el momento y una interesante novela sobre el origen del camino de Santiago. Una autora a seguir.



domingo, 9 de junio de 2013

EL LIBRO DE LAS TINIEBLAS



Acaba de salir a la calle mi segunda novela El Libro de las Tinieblas como es preceptivo en estos tipo de sucesos, voy a dedicar esta entrada del blog al autobombo. Diré que es una novela entretenida de misterio y suspense, aunque también puede decir que es una novela policíaca en la que los anteriores personajes de mi novela (el inteligente dominico Fray Diego y el audaz alguacil Gonzalo García) se ven obligados a desentraña la misteriosa muerte de un veterano de los tercios.

Desde luego, es una novela que tiene puntos en común con la anterior entrega, pero también hay una serie de notables diferencias, puestos que si hay algo que siempre me ha molestado es que un autor repita una y otra vez una formula de éxito. Hay cierta continuidad, pero también se dan una serie de cambios para tratar de paliar este mal tan común. Por supuesto, es una novela de ambiente histórico, pero no una novela histórica. Salvo el relato veraz de la batalla de Nordlingen, la última gran victoria de los tercios españoles, no hay ningún hecho histórico. La trama es una ficción compuesta de retazos de elementos veraces históricamente. Lo que si hay es un esfuerzo por recrear el ambiente y la forma de vida del Madrid de la época. Si se habla de una casa, palacio, monasterio, iglesia, hospital, esa edificio ha existido y tenía el aspecto que se describe. De la misma manera está desgranada la forma de vida, áspera y dura, que llevaba la mayor parte de sus pobladores.

La acción se sitúa seis meses después de El Demonio de Lavapiés, es decir, sigue transcurriendo en los últimos años del rey Felipe IV. Aquel monarca estaba ya tan envejecido y decadente como el reino que gobernaba, un reino agotado por las guerras de religión y las sublevaciones de Cataluña y Portugal. Al mismo tiempo es una novela policíaca. Gonzalo, el hombre de acción no demasiado inteligente, se reencontrará con un viejo amigo veterano de esos míticos tercios, un resto, como él mismo, del naufragio del imperio español. No falta la presencia de Fray Diego, el dominico astuto capaz de desentrañar los más oscuros enigmas.

No falta cierto ambiente de misterio sobrenatural. Aquí tienen cabida las leyendas vampíricas surgidas en el este de Europa, la demonología e incluso la alquimia. Algunos de estos aspectos ya son novedosos, pero donde realmente difiere de la anterior es en los lugares y el ambiente social. En la primera novela se mostraba un ambiente cortesano y aristocráticos, un Madrid de alto copete que poco tenía que ver con la humildad, por no decir miseria en la que malvivían la mayor parte de la población. Gran parte de la acción se desarrolla en el mismo Lavapiés, que siempre ha sido un barrio menesteroso. Incluso los protagonistas harán una salida fuera de la ciudad que me permite mostrar las penosas condiciones de la población rural en una época de seguías, inundaciones y malas cosechas. No me olvido de los veteranos de los tercios, esos hombres valerosos que se jugaron la vida y que poco o nada sacaron en clara de aquella aventura. En fin, no quiero desvelar nada más. Espero que disfruten de su lectura.

jueves, 5 de julio de 2012

Jean Meslier


De entre la turbamulta de personajes extraños dedicados a la extraña tarea de escribir destaca la figura de Jean Meslier (1664-1729). Jean fue mandado al seminario y tomo las órdenes sagradas en 1689, fue destinado a Etrepigny, en Champagne, donde ejercería el sacerdocio durante cuarenta años. Salvo un incidente con una aristócrata local nada hay de reseñable en su vida, vivía en la pobreza y repartía lo poco que tenía con los pobres locales. Nunca hubo quejas o problemas con su persona y él parecía satisfecho con el destino que le había tocado en suerte. Sin embargo, todo esto quedó trastocado cuando murió, ya que en su casa apareció un voluminoso manuscrito de 633 páginas que darían la vuelta a la historia del pensamiento europeo. El volumen había sido escrito en secreto, ya que su contenido era altamente peligroso. Acabado el día Jean, ya un anciano de sesenta años, cada noche escribe unas cuantas hojas a la luz de las velas y a salvo de las miradas que le pueden llevar a cadalso. Sabe que su tarea es para la generaciones venideras, sabe que no vera el libro publicado en la vida y sabe que va a morir dentro de poco. A pesar de todo ello no ceja en su empeño. El libro tiene varios nombres, “Memoria contra la religión”, pero es más conocido como “Testamento”, dado que aquellas páginas era su última voluntad y también lo que legaba al futuro. El “Testamento” es el primer libro de la historia del pensamiento occidental que defiende de manera rotunda el ateismo, un curioso pensamiento para alguien que ha dedicado su vida al sacerdocio. Meslier es el primer pensador que nos muestra un universo en el que no cabe la figura de Dios: “Sabed que todo lo que está ocurriendo en el mundo en relación con el culto y la adoración de los dioses no es sino un error, un abuso, una ilusión, mendacidad y traición; que todas las leyes y ordenanzas publicadas bajo la autoridad de Dios o de los dioses sólo son invenciones humanas, igual que todos los hermosos espectáculos y fiestas y sacrificios y todas las demás prácticas y devociones en su honor”. No contento con eso, cuestiona también el orden social. Lo sabe todo sobre la pobreza de los campesinos, el hambre cotidiana y la brutalidad. Tampoco ignora la clase de hombre mermado que crea el trabajo duro y la ignorancia. Las páginas de Meslier están escritas con la furia del hombre obligado al disimulo, al secreto, a callar, a mantener la cabeza agachada y que, de pronto, vuelca toda su rabia contenida en 633 páginas que hacen que su vida cobre sentido. “Los sacerdotes están confabulados con los magistrados, la nobleza, los abogados, los alguaciles, gente que sabe que pueden mantener sometido al pueblo, y viviendo de la servidumbre, sólo si le hace temer el castigo eterno a las transgresiones temporales o el castigo incluso por defender sus intereses”. Olvidado hoy, casi tanto como lo estuvo mientras vivía, su mensaje esta todavía presente.

miércoles, 11 de abril de 2012

MIS DETECTIVES FAVORITOS (II): BERNIE GUNTHER




El escritor escocés Philipp Kerr publicó en 1989 la novela Violetas de Marzo en las que nos presentaba a un curioso detective, Bernie Gunther, un antiguo policía que se ganaba la vida como detective tras la llegada al poder de los nazis.
Concebida como la primera novela de una trilogía que incluye a Pálido criminal y Réquiem alemán. Las dos primeras diseccionan la vida cotidiana durante el Tercer Reich y la última tras la derrota alemana y la dura posguerra.
La ambientación es brillante, se nota que ha cuidado todos los detalles y las tramas están muy bien construidas, con un ritmo y un interés que no decae nunca. Los diálogos son estupendos. El estilo de Kerr debe mucho a los clásicos de la novela negra americana tan pulido y certero.
El éxito de la serie ha hecho que la original trilogía se haya ampliado y vaya ya por su octava novela Praga fatal que aparecerá en breve en España.
Aunque el autor ha intentado escribir otras obras de género detectivesco o policiaco no han tenido el mismo éxito, aunque Una investigación filosófica, ambientada en un futuro muy cercano es también recomendable.

viernes, 23 de marzo de 2012

PAUL COLLIER

Escuchó la relajante música de Paul Collier, una compositor desconocido que se merecería mejor fortuna. Tiene un montón de vídeos en Youtube disponibles para todo aquel que quiera verlos.
De nuevo me viene a la mente el tema de la piratería, Paul pide que compres sus canciones en iTunes y que apoyes de esa manera su carrera. Esto es un poco patético, es cómo si fuera un pedigüeño del metro que pide que les des algo. Incluso un sujeto chulesco le recrimina que pida comprar sus canciones. Seguramente el chulo dirá que para qué va a pagar si las puede conseguir gratis en alguna página.
Aquí no hay excusas del tipo el cd es muy caro, puesto que no tiene compañía discográfica ni cd. Tampoco vale la otra manida excusa ¿voy a pagar a este tío su mansión en Miami? puesto que no dará grandes conciertos y sus ingresos dependerán de los cuatro que compran sus canciones.
Paul es un pequeño artesano, un hombre que crea belleza y hace el mundo mejor con su música. Los que le piratean sólo extienden la avaricia en un mundo que ya tiene bastante de eso.

Aquí dejo el enlace a uno de sus mejores temas "My peaceful place"

http://www.youtube.com/watch?feature=endscreen&NR=1&v=0907_J_xRSU

sábado, 17 de marzo de 2012

EDGARD G. ULMER


“El destino, o algún tipo de fuerza misteriosa, puede colocar el dedo sobre ti o sobre mí sin razón aparente alguna”. Lo había escrito hacía 27 años pero esa frase podía figurar perfectamente en el epitafio que cubriría su tumba, porque esas palabras definían de una manera precisa la vida de Edgar G. Ulmer, uno de los más peculiares y desconocidos artistas del siglo XX, y el destino que le llevó a conocer el deseo, el amor, la locura, y, también, al sórdido callejón donde fue encontrado su cadáver.
El cuerpo de Edgar G. Ulmer fue encontrado por el oficial John Bradley a las 01:35 de la madrugada del día 3 de abril de 1972, en el callejón que hay entre la esquina de la Calle 42 y Sunset Boulevard. Una astrosa gabardina beige cubría su cuerpo enfundado en un traje remendado e irreconocible, recuerdo de una época mejor. En sus bolsillos no había más que unos cuantos centavos y el retrato de una mujer desconocida. La fotografía, ajada y sucia, estaba plegada en cuatro partes y mostraba el rostro en blanco y negro de una mujer con unos ojos grandes y oscuros, como un abismo.
El forense fue tajante: parada cardiorespiratoria. Edgar G. Ulmer había muerto veinticuatro horas antes de ser encontrado, pero, en realidad, llevaba mucho tiempo muerto.
Algunos dicen que el sino que le llevo a ese callejón empezó a forjarse cuando su carrera como director de cine decayó a finales de los años 30, otros aseguraron que su suerte se truncó cuando en 1952 abandonó su profesión. Ninguna de estas suposiciones es cierta.
Siempre me he preguntado si uno es consciente de la importancia del momento en la vida en el cual elegimos un camino entre los muchos posibles, siempre me he preguntado si somos conscientes que muchos de esos caminos son desvíos que nos apartan de lo que ha sido nuestra cómoda vida habitual y que nos puede conducir a otros sitios insospechados, turbios y malditos, a esos lugares donde jamás habríamos querido ir.
Edgar G. Ulmer tomó el camino que le llevaría desde su modesta posición de director de cine de Serie B a la indigencia y la locura el 3 de marzo de 1945, cuando aceptó rodar el guión “ El desvío” basado en la novela de su amigo Martin Goldsmith.
Sería demasiado prolijo hablar de la carrera de Edgard G. Ulmer, la turbia niebla de la mixtificación y el olvido sólo han dejado el camino borroso de un judío que huye desde su Checoslovaquia natal a Hollywood. Mentiras, leyendas, verdades a medias, todo es demasiado confuso para poder decir algo con certeza. Sólo hay una cosa totalmente comprobable: su ascensión fue tan rápida como su caída. A mediados de los 30 era un director famoso y respetado de la Universal, en 1945 había caído en el olvido y sólo trabajaba en películas de bajo presupuesto. Fue entonces cuando decidió filmar “El desvío”, una de las obras maestras del cine.
La película fue rodada en seis días con un presupuesto ínfimo, su duración es de sólo 68 minutos. Lo que muestra “El desvío” es un mundo sórdido de carreteras que no conducen a ninguna parte, de paisajes desérticos y hostiles, de vidas devastadas marcadas por los deseos insatisfechos. La película es en blanco y negro, pero lo que retrata es un mundo gris.
Aquel film marcó la vida de Edgar G. Ulmer y le conduciría a la muerte. No fue el único. El protagonista, Tom Neal, acabaría en la cárcel tras asesinar a su mujer. La actriz Ann Savage desaparecería en 1947, algunos afirmaron haberla visto ejercer la prostitución en los burdeles de Nueva Orleans. La locura, la indigencia, el burdel, o la cárcel fueron el destino de los que hicieron esta inquietante película, como si una maldición se hubiera abatido sobre todo el que participara en ella.
La historia de la película es la de un músico de jazz de segunda fila que se relaciona con una mujer que le llevara a la degradación y al asesinato. Paso a paso, Edgard G. Ulmer habría de cumplir en su vida el destino que el guionista señaló al protagonista de “El desvío”, aunque aquí la víctima sería él mismo.
El papel de Vera, la protagonista femenina, recayó en Ann Savage, una actriz desconocida con la que el director comenzó una ardiente relación antes de acabar el rodaje. Ann no era guapa, pero había algo en ella algo enigmático, malvado, y atractivo, algo, como indicaba su apellido, salvaje, una fuerza oculta y misteriosa que asomaba en sus grandes ojos oscuros.
Ann y Edgard mantuvieron una relación durante un año, tres meses y siete días, y durante todo este tiempo ninguno de ellos fue feliz. Algunos dicen que solo les unía la lujuria. Lo que les unía era un amor ardiente y fuera de toda medida, en él cabía todo: desde las más emotivas ternuras hasta los más infames celos. No había día en que no tuviesen una disputa amarga, o en los que se expusieran retahílas de agravios imaginarios acompañado de lágrimas y gritos. Cada día la vida era más insoportable, hasta que Ann decidió marcharse.
Entonces Edgard se derrumbó se dio a la bebida y su carrera se vino abajo. No fue el alcohol, fue algo mucho más terrible y oscuro: la locura de saber que nunca más habría de amar como había amado, y la desdicha de ser consciente que su vida sin Ann ya no tenía sentido. El día que tuvo la certeza de esas dos cosas Edgard murió, aunque su cadáver apareciera 25 años más tarde.
“El desvío” retrata a los hombres como unas títeres sujetos a la manos inmisericorde de un destino que muchas veces se muestra maléfico. Edgar G. Ulmer lo había escrito y, también, lo había vivido: “El destino, o algún tipo de fuerza misteriosa, puede colocar el dedo sobre ti o sobre mí sin razón aparente alguna”.