sábado, 25 de junio de 2011

FRANCO, ESE HOMBRE





No sé que pasa con este hombre que al final todo parece girar en torno a él, a pesar que murió hace ya muchos años. Vuelve a la actualidad al sacar la Academia de Historia un diccionario biográfico y estalla la polémica porque le califica de autoritario y no totalitario (una verdad evidente para cualquiera que domine los dos términos, que compruebo deben ser pocos). El hecho es que un gran número de personas entiende que cualquier cosa que no sea el desprecio/insulto absoluto hacia este personaje es anatema y debe ser quemado en la hoguera.
Poco importa que muchas de las entradas hayan sido encargadas a amiguetes de los biografiados y al final parezcan más vidas de santos que otra cosa (como la que escribe Cebrián sobre Felipe González). Así que se convoca una manifestación frente a la Academia, por las “víctimas del franquismo”. Me llama la atención que muchas no habían nacido cuando el dictador estaba vivo, lo que no es óbice para que enarbolen unos carteles en los que se lee que Franco era totalitario, dictador, cobarde, fascista y asesino.
Cómo tengo una novela sobre la juventud de Franco y estudié al personaje, creo que tengo conocimientos para saber cual es la verdad sobre esas acusaciones. Si alguien duda de mi criterio, tampoco pasa nada, ya que estamos acostumbrados a hablar de lo que sea sin tener la más mínima idea del asunto. Dicho esto procedo a responder a las siguientes preguntas:

¿Era Franco totalitario o autoritario? Se entiende por totalitarios a los movimientos surgidos a principios del siglo veinte que querían crear una nuevo hombre y un nuevo mundo gracias a una doctrina que evitaba las divisiones sociales y políticas para forman una sociedad total. Estas ideologías eran los fascismos y el comunismo. Aunque el primer y gran ideólogo fue Mussolini su fascismo fue muy poco totalitario, ya que asimiló elementos ya existentes en la sociedad italiana sin suprimirlos como la monarquía o la iglesia católica. Otro caso es el nazismo y los regímenes comunistas que aplastaron cualquier institución o grupo que pudiese rivalizar con el Partido, centro de la vida social y política.
Franco era autoritario, su gran apoyo no era un partido político o una ideología, sino el ejército. Además toleró (y apoyo de manera decisiva) a una institución tan poderosa como la iglesia católica de la época. Esto no quiere decir que su dictadura no fuera férrea o que no se cometieran crímenes durante y después de la guerra civil.

¿Era Franco fascista? Franco, pese a quien le pese, no era fascista. Su credo político era el de un monárquico conservador y religioso. Mantuvo estas ideas iniciales durante toda su vida, lo que provocó que su inicial ideario, un tanto anticuado, a la hora de su muerte fuera claramente reaccionario y anacrónico.
Lo que si es cierto en que en su régimen había elementos fascistas. El golpe de estado del 18 de julio era apoyado por diferentes facciones: los monárquicos, los carlistas, la derecha apegada a la CEDA que se radicalizó ante el temor revolucionario y la Falange. Sólo a esta organización se le puede calificar con toda propiedad de fascista. Franco tenía cierta simpatía por su credo social, pero en ningún momento dio a sus líderes la oportunidad de jugar un papel directivo en su régimen, aunque sí los utilizo cómo uno de sus puntales, ya que mediante su retórica moderna y obrerista eran los únicos capaces de ganarse cierto apoyo popular.
Sin embargo, que se le califique de fascista no es nada extraño. La izquierda utiliza este adjetivo como sinónimo de autoritario, cruel o dictatorial, evitando, eso sí, las dictaduras de izquierda que siempre tienen algún rasgo positivo (un saludo al camarada Fidel).
También se puede utilizar en sentido amplio, en este caso, la palabra puede ya significar cualquier cosa, pero básicamente es algo así como el tonto, feo, malo que utilizan los niños. Por ejemplo han sido fascistas ejemplares los Estados Unidos (a pesar de hacer la primera constitución democrática y la primera declaración de derechos del hombre), De Gaulle (defensor de la democracia en la II Guerra mundial, pero fascista en mayo del 68) o la gran aportación moderna hispánica: José María Aznar.
A veces, el número de fascista pueda alcanzar proporciones estratosféricas, es el caso de vascongadas, donde cualquier no nacionalista puede recibir el calificativo como fase previa a la ejecución.

¿Era Franco un dictador? Es un hecho innegable. Por curioso que parezca, él no pensaba que actuase como un dictador. En el libro “Ms conversaciones privadas con Franco” su primo Pacón recoge como Franco tenía la idea que tenía de sí mismo no era la de un dictador, sino la de una especie de arbitro o cabeza directiva del gobierno. De hecho, muchas veces se mostraba en desacuerdo con ciertas acciones de los ministros, pero les dejaba actuar según su criterio. Obviamente eso es una mentira de las del peor tipo: las que nos contamos a nosotros mismos. Puede ser cierto que diese un amplio margen de maniobra a los ministros, pero al final quien los ponía, mantenía o quitaba era él. Hugh Thomas en su libro sobre la guerra civil española decía que nadie desde los tiempos de los Reyes Católicos había acumulado tanto poder y su aseveración me parece totalmente cierta.

¿Era Franco un cobarde? La carrera de Franco es la de un militar profesional dedicado a comandar tropas de choque, primero en los Regulares y, posteriormente, en la Legión. Sus rápidos ascensos eran la recompensa al valor y capacidad demostrada en las acciones bélicas en las que participaba. Muchos otros oficiales caían en combate, pero el parecía tener esa “baraka” que le libraba del sino que tuvieron muchos otros.
Si bien Franco demostró arrojo en sus acciones bélicas de juventud, una vez alcanzó puestos de responsabilidad desplegó una extrema prudencia. Por ejemplo, se mostró muy cauto con los gobiernos de la República y fue uno de los últimos en adherirse al golpe de estado del 18 de julio.




¿Era Franco un asesino? Sin duda, durante y después de la guerra civil se llevó a cabo una brutal represión. Desgraciadamente en la España de Franco el destino de un diputado izquierdista, líder sindical o destacado simpatizante de la causa republicana era aciago. Franco no quiso detener la violencia, ya que lo consideraba un modo de control de la retaguardia. De la misma manera en la retaguardia republicana ser sacerdote o una persona adinerada eran motivos suficientes para ser fusilados. Hecho cuyo recuerdo hoy en día es también anatema.

martes, 21 de junio de 2011

MIDNIGHT IN PARIS




La última peli de Woody Allen resulta ser una simpática película a medio camino entre la comedia y el romance. En ella se nos presenta a un atribulado norteamericano que desea vivir en París y sueña con haber vivido en la etapa de oro de los años veinte cuando escritores como Scott Fitzgerald o Hemingway estaban inmeros en el bullente mundo intelectual de la época rodeándose de artistas de vanguardia, entre ellos, Dali, Buñuel, Picasso, Man Ray, etc.
El sueño se hace realidad cuando a medianoche un coche se presenta en una de las calles de París para conducirle a esa edad de oro que tanto idealiza y que reflejó Hemingway en su obra París era una fiesta.
A mi juicio, la película trata dos temas de interés. Uno es la falsedad del mito de la edad de oro. Nunca han existido épocas maravillosas y fascinantes, todas las anteriores son un poco como la nuestra, con virtudes y defectos que se repiten de una manera casi idéntica generación tras generación.
Hoy en día muchos critican el culto al éxito y al dinero, como si eso fuera una novedad y no una constante en la sociedad desde las primeas ciudades edificadas en Sumeria. Me llamó la atención como al consultar periódicos del principios del siglo XX para documentarme en una de mis novelas, aparecían los siguientes temas: la juventud va a la deriva y no tiene objetivos, el sistema político es poco representativo, hay una gran corrupción, la situación económica es precaria, la educación está degradada, …no sigo, pero creo que con esto ya se dará cuenta el lector por donde iban los tiros en 1911, una época que está considerada la edad de plata de la cultura española.
El otro gran tema es el de los amores improbables. El protagonista está a punto de casarse con una mujer con la que tiene poco o nada en común, sin embargo, el deseo, la rutina y la inercia parecen conducir a una relación que lleva directamente hacia ninguna parte.
No es una de las mejores películas de Allen, pero se deja ver bien. La crítica, como a todo cineasta consagrado, lo pone por las nubes. No la hagan caso, sólo es una agradable película que proporciona un agradable entretenimiento y que le puede hacer a uno pensar, lo que no es poco.

viernes, 10 de junio de 2011

LA HISTORIA MAS TRISTE







Carlos Giménez, ese genio de la historieta, dibujó hace muchos años una pequeño relato de dos páginas que creo es una de las historias más tristes que he leído jamás. Su argumento es el siguiente: en la Edad Media un pueblo harto de los abusos del señor feudal decide plantarle cara. Los campesinos funden el metal que tienen a mano para fabricar una espada y un escudo con el que el muchacho más audaz del pueblo pueda enfrentarse al paladín de su opresor.
A pesar de la ferocidad del guerrero, el muchacho lucha y se acaba imponiendo, pero automáticamente el señor feudal se levanta de su sitial y declara “¡Honremos al vencedor!”. El muchacho es aplaudido por la corte y pasa a ser agasajado al interior del castillo. Las puertas se cierran y el pueblo se queda fuera igual que antes, al contrario que el vencedor que acaba de entrar en un mundo nuevo, nada ha cambiado para ellos.
Esa es la historia de ficción, ahora paso a contar una historia real: la de Javier de Paz. Veterano de la militancia del PSOE, donde ingreso con sólo quince años de la mano de su tío Jesús Macho, hoy miembro de la ejecutiva confederal de UGT. No es el único de la familia de formar parte de los círculos del poder socialista, su padre, obrero de la construcción, se hizo concejal por Valladolid.
Javier de Paz estuvo al frente de las Juventudes Socialistas hasta que al cumplir cuarenta años quedaba antiestético que un hombre ya talludito siguiera al mando del invento. A pesar que había declarado: “No soy secretario general de las juventudes socialistas porque considere que esto pueda garantizar mi futuro”. Menos mal.
A partir de entonces empieza una meteórica carrera profesional, a pesar de abandonar sus estudios de derechos y sustituirlo por una humilde diplomatura en Información y Publicidad. Si sus méritos académicos son escasos, su experiencia laboral como obrero de la construcción no parece tampoco un buen bagaje para adentrarse con paso firme y exitoso en el mundo empresarial.
Sin embargo, parece que no hay imposible para un hombre como él. Ocupa la Dirección General de Comercio Interior del Ministerio de Comercio, puesto que abandona para ocupar el cargo de Director de Estrategia Corporativa del Grupo Panrico Donuts. Después vuelve a la ubre estatal como presidente de la empresa nacional MERCASA, dependiente del Ministerio de Agricultura.
Lo que le ha lanzado a la palestra informativa no es esta envidiable trayectoria profesional sino un evento social. Me refiero a la puesta de largo de su hija, siguiendo la tradición de la derecha más rancia, en el palacio de los Duques de Pastrana (en la imagen), preciosa residencia declarada monumento de interés cultural en 1973. Al evento acuden ciento cincuenta invitados, en los que lógicamente se encuentran los vástagos de las mejores familias de Madrid. La empresa de catering encargada del evento parte de su oferta de menús con un precio de 120 euros, con lo que la factura puede ascender a unos 25.000 euros.
No hay problema porque el afortunado Javier dispone de un sueldo de 1,4 millones de euros anuales que recibe en su último puesto de trabajo como consejero y asesor de Telefónica, empresa que se dispone a despedir a 6.500 empleados en un próximo ERE. Por si fuera poco, además la economía familiar cuenta con el refuerzo del sueldo de su mujer Ana Pérez, jefa de la secretaría de Sonsoles Espinosa, ya que es amiga íntima de la mujer del mismísimo ZP.







domingo, 5 de junio de 2011

EL JULIO VERNE ESPAÑOL





Observo la fotografía de este escritor y me invade la sensación de estar observando algo raro, como si el hombre de ojos claros y mirada perdida que se asoma a ese retrato, fuera un espectro, un aparecido, una presencia extraña y sobrenatural en un mundo dominado por la vulgaridad.
Si preguntamos a cualquiera sobre Jesús de Aragón, aunque sea un erudito en literatura, la respuesta será que desconoce al autor. No es extraño, este escritor es uno de esos fenómenos extraños e inclasificables con los que nos obsequia de vez en cuando la historia de la literatura.
Se inicio en la escritura al trabajar como amanuense de un noble que disponía de una enorme biblioteca. Comenzó publicando una columna de divulgación científica en un periódico madrileño, pero su sueño era convertirse en el Julio Verne español, sobrenombre que se ganaría tras publicar catorce novelas que van desde la ciencia ficción, al esoterismo pasando por las novelas de aventuras.
Su primera obra lleva el alucinante título de 40.000 Km a bordo del aeroplano fantasma, a la que seguirían Viaje al fondo del océano, Los piratas del aire, Una extraña aventura de amor en la luna, La ciudad sepultada, La destrucción de la Atlántida, El demonio del Cáucaso y Los cuatro mosqueteros del zar, entre otras.
No hay que decir que Jesús de Aragón forma parte de los menestrales de la literatura, esa cohorte de autores que sólo pretenden entretener y hacer pasar un buen rato a los que dan con unos de sus libros de llamativas portadas en los que abundan los colores estridentes y las máquinas futuristas.
¿De que tratan estas obras? De mundos improbables, de aventuras imposibles, de personajes increíbles, todo ello surgidos gracias a la inconsciencia y el entusiasmo de los felices años veinte. De 1924 a 1934 publicaría catorce obras, a más de una por año, cifra prodigiosa si tenemos en cuenta que por las mañanas trabajaba como director financiero de Gas Madrid y por las tardes como profesor en una academia de estudios por correspondencia.
En 1934 publica su última obra de ficción Crepúsculo en la noche roja (continuación de Los cuatro mosqueteros del zar). Abandona en ese momento su carrera para guardar silencio hasta siete años después. En 1941 da un nuevo libro a la imprenta, pero el mundo ha cambiado mucho desde que comenzó su carrera en los alocados años veinte. Ha pasado un guerra civil y está por pasar una guerra mundial, si uno mira a la calle ve hambre y no máquinas futuristas.
Tal vez esos ojos claros, casi transparentes están enturbiados ya por la sangre que ha visto correr, por las injusticias o la miseria que ve a su alrededor. Su nueva obra tiene un título no menos alucinantes que los anteriores: Contabilidad de los comerciante y empresas individuales, a la que siguió poco después Enciclopedia moderna de contabilidad. Los tiempos han cambiado, ni el público quiere historias fabulosas ni el propio Jesús es ya un joven deseoso de destacar en el mundo de la ficción literaria popular, así que se dedica a las cuentas, los números y otros asuntos tan serios como prosaicos.
Supongo que su mirada clara, perdida y un tanto trastornada adquiriría el aspecto plácido de los que llevan una vida rutinaria, en la que todo cuadra y tiene su momento y su lugar. Esa mirada sosegada y triste de los que han renunciado a los sueños.