viernes, 29 de abril de 2011

SPAGHETTI WESTERN









Al contrario del clásico vaquero de Hollywood los héroes de estas películas, vestían ropas ajadas, estaban cubiertos del polvo del desierto y parecían desprender olor a sudor, pólvora y sangre. No era la única diferencia, por lo general su pasado era desconocido, ambiguo o directamente turbio. Parecían huir de algo, tal vez de la justicia, o puede que de un pasado o una vida que les había llevado a los lugares desolados y perdidos donde se desarrollan sus aventuras.
Armados con sus rifles y pistolas enfrentaban a sus enemigos no se sabía bien si con el valor de los que no tienen nada que perder o la desesperación del que lo ha perdido todo. Empezaron a dominar las pantallas de los cines de barrio cuando un escuálido Clint Eastwood aceptó rodar una película en la recóndita y desierta Almería “Por un puñado de dólares”. Cuenta la leyenda que Sergio Leone le impuso llevar un poncho para disimular su delgadez, puede que fuera así, pero lo que no puedo hacer aquella vestimenta fue encubrir el talento de ambos.
A la estética dura, desarrapada y violenta se unía una música pegadiza y extraña que por sí sola ya tenía una fuerte carga épica. Sus sones eran interpretados por estridentes trompetas, raros instrumentos, silbidos y campanas que sumergían al espectador en un universo atractivo e inquietante.
Tan extraña como la música eran los nombres insólitos de sus protagonistas: Django, Silencio, Sartana, Sabata, Cuchillo o, tal vez el mejor de todos, “el sin nombre” interpretado por Clint Eastwood en la trilogía del dólar.
Los motivos de sus acciones no tenían que ver con la bondad, el amor o el desinterés. Puede que hicieran el bien, pero si lo hacían era, por lo general, buscando la venganza o el beneficio económico. Unos motivos que el público pobre y humillado de los cines de barrio comprendía perfectamente.
Los vaqueros del spaghetti galoparon durante diez años, tal y como dice uno de sus mejores títulos “Hasta que llego su hora”. En 1975, esos héroes harapientos y feroces emprendieron el galope de la misma manera que acababan muchas de sus películas, con su figura recortada contra un horizonte desolado que les llevaba a ninguna parte. Detrás dejaron algunas de las mejores películas de la historia del cine que hará que nunca caigan en el olvido.



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