domingo, 5 de junio de 2011

EL JULIO VERNE ESPAÑOL





Observo la fotografía de este escritor y me invade la sensación de estar observando algo raro, como si el hombre de ojos claros y mirada perdida que se asoma a ese retrato, fuera un espectro, un aparecido, una presencia extraña y sobrenatural en un mundo dominado por la vulgaridad.
Si preguntamos a cualquiera sobre Jesús de Aragón, aunque sea un erudito en literatura, la respuesta será que desconoce al autor. No es extraño, este escritor es uno de esos fenómenos extraños e inclasificables con los que nos obsequia de vez en cuando la historia de la literatura.
Se inicio en la escritura al trabajar como amanuense de un noble que disponía de una enorme biblioteca. Comenzó publicando una columna de divulgación científica en un periódico madrileño, pero su sueño era convertirse en el Julio Verne español, sobrenombre que se ganaría tras publicar catorce novelas que van desde la ciencia ficción, al esoterismo pasando por las novelas de aventuras.
Su primera obra lleva el alucinante título de 40.000 Km a bordo del aeroplano fantasma, a la que seguirían Viaje al fondo del océano, Los piratas del aire, Una extraña aventura de amor en la luna, La ciudad sepultada, La destrucción de la Atlántida, El demonio del Cáucaso y Los cuatro mosqueteros del zar, entre otras.
No hay que decir que Jesús de Aragón forma parte de los menestrales de la literatura, esa cohorte de autores que sólo pretenden entretener y hacer pasar un buen rato a los que dan con unos de sus libros de llamativas portadas en los que abundan los colores estridentes y las máquinas futuristas.
¿De que tratan estas obras? De mundos improbables, de aventuras imposibles, de personajes increíbles, todo ello surgidos gracias a la inconsciencia y el entusiasmo de los felices años veinte. De 1924 a 1934 publicaría catorce obras, a más de una por año, cifra prodigiosa si tenemos en cuenta que por las mañanas trabajaba como director financiero de Gas Madrid y por las tardes como profesor en una academia de estudios por correspondencia.
En 1934 publica su última obra de ficción Crepúsculo en la noche roja (continuación de Los cuatro mosqueteros del zar). Abandona en ese momento su carrera para guardar silencio hasta siete años después. En 1941 da un nuevo libro a la imprenta, pero el mundo ha cambiado mucho desde que comenzó su carrera en los alocados años veinte. Ha pasado un guerra civil y está por pasar una guerra mundial, si uno mira a la calle ve hambre y no máquinas futuristas.
Tal vez esos ojos claros, casi transparentes están enturbiados ya por la sangre que ha visto correr, por las injusticias o la miseria que ve a su alrededor. Su nueva obra tiene un título no menos alucinantes que los anteriores: Contabilidad de los comerciante y empresas individuales, a la que siguió poco después Enciclopedia moderna de contabilidad. Los tiempos han cambiado, ni el público quiere historias fabulosas ni el propio Jesús es ya un joven deseoso de destacar en el mundo de la ficción literaria popular, así que se dedica a las cuentas, los números y otros asuntos tan serios como prosaicos.
Supongo que su mirada clara, perdida y un tanto trastornada adquiriría el aspecto plácido de los que llevan una vida rutinaria, en la que todo cuadra y tiene su momento y su lugar. Esa mirada sosegada y triste de los que han renunciado a los sueños.

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