martes, 17 de enero de 2012

DEINEKA


La fundación Juan March organiza una exposición sobre la obra del pintor ruso Aleksandr Deineka, uno de los artistas al servicio de la revolución soviética cuya trayectoria osciló entre la vanguardia y el academicismo del realismo socialista. Merece la pena verse porque ilustra perfectamente el gran servicio que han prestado los intelectuales a regímenes horrorosos durante el siglo XX.
Deineka comenzó su carrera partiendo de esas vanguardias un tanto enloquecidas que conmovieron al mundo a principio del siglo XX. En esa obra inicial se ve claramente el deseo de ruptura y de novedad. Los cuadros que se muestran al inicio pueden gustar o no, pero, desde luego, son novedosos algo nunca visto que como pronto sucede deja de serlo. El ejemplo está en los numerosos carteles de propaganda, innovadores y espectaculares en un principio, que acaban convirtiéndose en un cliché.
El mundo que muestran sus cuadros es un mundo de juventud, deporte, desafíos, esperanza y construcción de un mundo nuevo. Un propagandista perfecto de una nueva era de felicidad humana. Las masas se muestran alegres, las mujeres felices en las fábricas, los campesinos entregados a su trabajo. Todo es perfecto en este mundo feliz y utópico repleto de jóvenes bellos y esculturales.
Me gustan especialmente los mosaicos, tal vez por lo llamativo y poco comunes. Según va avanzado la exposición la calidad artística va decayendo, los trazos rompedores del principio van cayendo en la debacle academicista del realismo socialista. El cuadro final es una obra kitsch, hortera y despreciable que ejemplifica la decadencia absoluta de su arte. Denieka, un subversivo y rompedor artista inicial, acabo convertido en el ejemplo de artista al servicio del poder.

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