domingo, 13 de noviembre de 2011

HOTAL KAFKA (II)






Sigo narrando la presentación de la novela de Alberto Olmos en Hotel Kaka que deje colgado en la última entrega. La intervención de Alberto se vio interrumpida varias veces por Rafael Reig que hizo varios comentarios divertidos y marcaa el acto con un ambiente divertido y desenfadado que creo gustaría a todo el mundo. Alberto empezó hablando sobre el excesivo peso que tiene la corrección política en la literatura acutal: “Los buenos sentimientos no hacen buena literatura. Si alguien hace un libro para defender una buena causa es más que probable que la obra no sea buena. Las buenas intenciones no hacen buena literatura, lo que hace son libros de pajilleros que producen placer a su autor (y a menudo beneficios). De hecho el fracaso de la falsa solidaridad es un hecho, es más, muchos utilizan esas buenas intenciones para hacerse buenas vidas y ganarse buenos sueldos”.

Dicho esto habló sobre el papel del escritor. “Recuerdo que Martín Amis en su obra autobiográfica Experiencia hablaba de que le preguntó a su padre de que clase social eran ellos. El padre le respondió que ellos no creían en eso. Nada más lejos de la verdad. Yo he viajado a Nueva York con gastos pagados para hablar ante un público que era la mitad del que está hoy aquí (En Hotel Kafka habría unas cincuenta personas). Me parecía que no me lo merecía, y que de alguna manera estaba estafando y gastando dinero público de una manera absurda, muchos de los escritores consagrados, amigos de la solidaridad y buenistas de tomo y lomo ni se planteaban eso. Ellos se merecían eso y más.

Esas actitudes me parecen estúpidas. Esa prepotencia se extiende a otros casos. Una periodista me preguntaba hace poco sobre qué es lo que hay que hacer para salir de la crisis. Y yo qué sé. El escritor es una persona que escribe no una especie de sabelotodo engreído”.

Habló de dos temas presentes en la novela internet y el sexo. “No es una novela sobre internet, ésta está ahí y ya está, no es más importante que, por ejemplo los ascensores para el desarrollo de la novela. En cuento al sexo hubo división de opiniones, según Alberto la gente le decía que era demasiado omnipresente, según Reig había demasiado poco. Es imposible que llueva a gusto de todos.

Por último evaluó su trayectoria literaria, considerando esta última novela la mejor hasta el momento. “Mi primer obra la escribí con 23 años, es decir, era muy joven y no tenía ningún contacto con el mundo literario, no conocía otros escritores o gente del mundo editorial. Era una obra muy personal a la que premiaron como finalista del premio anagrama, pero que hoy considero muy ligada a todas esas circunstancias. Quizá la mejor valoración de lo que he escrito es el que hizo una persona que me dejo un comentario en mi blog asegurando que la primera estaba demasiado cruda y las otras demasiado cocinadas. Espero haber alcanzado ahora el punto”.

Pues ya veré cuando la lea, ya publicaré la crítica.

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