miércoles, 30 de noviembre de 2011

LITERATURA DEL OLVIDO (Capítulo Final)


ERNESTO GIMÉNEZ CABALLERO

Indudablemente Ernesto Giménez Caballero es uno de esos escritores que ha dejado huella en la literatura española, no por la calidad de su obra sino por la práctica de dos cualidades que se han convertido en sólidos principios del mundo intelectual. A saber: la afiliación a causas políticas radicales y desquiciadas, combinado con la práctica del peloteo más descarado al poder.
Nuestro personaje de hoy es, ante todo, un escritor político. Hoy en día se entiende por fascista a cualquiera que critique o no demuestre su entusiasmo por los sacrosantos principios de lo políticamente correcto. Ernesto era fascista, pero de los de verdad, de los de camisa azul y loa al caudillo.
Sin duda, es uno de esos personajes curiosos e inclasificables, vencedor de la Cruzada pero también uno de los fundadores de las Juventudes Socialistas; defensor del casticismo y al tiempo un entusiasta propagador de las vanguardias.
La principal característica de este hombre parece ser su excentricidad, lo que le hace ser doblemente maldito, para la derecha es un personaje molesto y delirante, para la izquierda un fascista. Comienza su carrera en el magma esquizofrénico de las vanguardias literarias como el surrealismo y el ultraísmo. A ambas tendencias les marca un deseo de innovación que muchas veces les lleva a un desvarío que cuadra muy bien con nuestro personaje.
Se declara confeso admirador del protofascista Marinetti, comenzando así su rumbo hacia el fascismo italianizante que su matrimonio con una italiana acentúa.
El primer éxito le llega con Notas marruecas de un soldado, que refleja su experiencia en la guerra de Marruecos, lo que le supone un proceso militar del que le salva Primo de Rivera.
En 1927 funda la Gaceta Lieraria, revista en la que publica lo mejor de la generación del 27. Ernesto se codea con lo mejor del mundo intelectual, pero su pensamiento empieza a derivar desde las vanguardias extranjerizantes a la defensa de un casticismo españolista que consagra en obras cuyos títulos son emblemáticos: Los toros, las castañuelas y la Virgen. El título lo dice todo. Sin embargo, su "gran obra" ideológica será Genio de España.
No contento con este dislate publica Yo, inspector de alcantarillas, un conjunto de doscientas páginas en las que se mezclan versos libres y relatos de carácter surrealista, por no decir demencial. En esta época surge su interés por esa novedad que es el cinematógrafo, abriendo el primer cine club de España, donde se estrenará La edad de oro de Buñuel.
En la década de los treinta se adscribe al fascismo y es miembro fundador de las JONS, interviniendo en su publicación La conquista del Estado. Como sus colaboradores en la revista ni le entienden ni le soportan debe escribir en solitarios varios números, hasta que Ramiro Ledesma viendo el rumbo extraviado que toma la publicación le aparta del movimiento.
Al surgir la Falange se afilia y publica en su revista F.E., pero sus delirantes ideas hacen que José Antonio también le aparten del movimiento. Nadie parece comprender o soportar a Ernesto por largo tiempo.
El estallido de la guerra civil le sorprende en Italia, pero pone rápidamente rumbo a Salamanca donde junto con Millán Astray dirigirá la organización de la propaganda y será un firme defensor de la unificación de falangistas y tradicionalistas.
Una de sus más delirantes ocurrencias sucede durante la Segunda Guerra Mundial al proponer el matrimonio de Hitler con Pilar Primo de Rivera, la hermana de José Antonio, para "catolizar" al líder germano.
Personaje siempre molesto, el general Franco decide deshacerse de él mandándole como embajador a varios países suramericanos. Moriría en Madrid en 1988.

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