miércoles, 25 de marzo de 2009

FELIPE BENITEZ REYES




Me piden que presente a Felipe Benítez Reyes que está realizando la promoción de su nuevo libro de relatos Oficios estelares, obra que reúne todos los cuentos que ha escrito hasta la fecha. Felipe es un gran narrador de historias, en las que mezcla filosofía, humor, personajes delirantes y realidades absurdas como la vida misma. Además, es un excelente poeta. Para los que quieran saber el desarrollo del acto les recomiendo la excelente crónica que ha hecho mi amigo Pepe en su blog josilloum.obolog.com. Felipe finaliza su intervención recitando una par de obras suyas. El primero es uno de sus más bellos poemas, La condena que reproduzco a continuación.

El que posee el oro añora el barro.
El dueño de la luz forja tinieblas.
El que adora a su dios teme a su dios.
El que no tiene dios tiembla en la noche।

Quien encontró el amor no lo buscaba.
Quien lo busca se encuentra con su sombra.
Quien trazó laberintos pide una rosa blanca
El dueño de la rosa sueña con laberintos.

Aquel que halló el lugar piensa en marcharse.
El que no lo halló nunca
es desdichado.
Aquel que cifró el mundo con palabras
desprecia las palabras
Quien busca las palabras que lo cifren
halla sólo palabras .

Nunca la posesión está cumplida.
Errático el deseo, el pensamiento
Todo lo que se tiene es una niebla
y las vidas ajenas son la vida

Nuestros tesoros son tesoros falsos.
Y somos los ladrones de tesoros.

Después nos lee El fantasma familiar, uno de los cuentos incluidos en Oficios estelares, que es uno de los más emotivos relatos que he leído, una pequeña obra maestra que deja traslucir su sensibilidad y el amor que siente por la literatura.
Una vez finalizado el acto nos vamos a cenar. Al igual que sus libros Felipe es interesante y divertido. No tiene nada que ver con la imagen arquetípica del intelectual seco y severo. Todo lo contrario, transmite calidez y buen humor. Nos refiere anécdotas graciosas sobre Rota, el lugar donde nació y vive en la actualidad. Relata la espectacular transformación del pueblo al instalarse allí la base norteamericana amplió los horizontes de muchos. A Felipe le permitió acceder a la música británica y norteamericana de la época naciendo así su afición a tocar la guitarra.
Mantenemos una conversación muy animada y distendida sobre literatura y cine. De la larga tertulia que desarrollamos durante la cena a todos los presentes nos queda claro que Felipe resulta ser un comensal tan culto como agradable y que disfrutar de su presencia es tan sugestivo como leer sus libros.

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